Bodegas Juan Carlos Sancha: la revolución del Alto Najerilla

El viticultor, uno de los padres de la recuperación de variedades minoritarias, sitúa los vinos de viejas garnachas de la zona en la cúspide de Rioja

Viticultor, bodeguero, investigador, asesor vitivinícola, profesor... Juan Carlos Sancha ha compatibilizado su vida profesional con la docencia y la investigación y es responsable, junto con el catedrático de Viticultura Fernando Martínez de Toda y el doctor Pedro Balda, del mayor y más exitoso proyecto de investigación vitícola desarrollado en Rioja a lo largo de toda su historia: la recuperación de decenas de variedades de uva que hubieran desaparecido víctimas de la erosión genética. El viticultor recaló hace unos años en su pueblo (Baños de Río Tobía) para recuperar viñedos casi imposibles, viejas garnachas históricas del Alto Najerilla en laderas de difícil acceso y rescatando viñas condenadas al arranque. El Alto Najerilla es hoy una de las zonas emergentes de Rioja y, probablemente, no lo sería sin Juan Carlos Sancha, que ha demostrado que de esas viejas garnachas, utilizadas históricamente para autoconsumo y vendidas sin valor añadido en el mercado, se puede obtener vinos extraordinarios.

Sancha comenzó en el 2008 a elaborar en su pequeña bodega. Ad Libitum (a placer, a voluntad, lo que te apetezca...) es la expresión latina que ha elegido para etiquetar una de sus tres gamas de vinos, varietales de tempranillo blanco, maturana tinta y maturana blanca, que él conoce como nadie y que, con esa apuesta por las variedades minoritarias, son vinos prácticamente únicos en el mundo. Peña El Gato, limitadísimas producciones de viejas garnachas de la comarca -incluida una espectacular colección de seis terruños diferentes en un radio de apenas tres kilómetros elaborados y criados de la misma forma-, es la segunda gama de Bodegas Juan Carlos Sancha, con incursiones además en el vino natural sin sulfitos añadidos o en la crianza en tinajas de barro y otros materiales.

El viticultor ha construido un mirador en uno de esos viejos viñedos, Cerro La Isa, que es una visita imprescindible para disfrutar del vino y compartir una amena charla con el bodeguero y su familia. Sus última familia de vinos es precisamente Cerro La Isa, Tinto y Blanco, con las uvas de este espectacular viñedo en ladera, reconocido como viñedo singular, y que hincó su abuelo hace más de cien años: “He plantado viñedo en Rioja, en Ribera del Duero, en La Mancha, en Málaga, en la zona de txakoli..., pero no he conseguido el equilibrio que logró mi abuelo con estos viejos vasos de Cerro La Isa”.