Viña Ijalba: pioneros en todo

La bodega logroñesa es la gran impulsora de la recuperación de variedades perdidas, de la reconversión de suelos y de la viticultura ecológica en Rioja

La historia de Viña Ijalba empezó en el viñedo hace casi cincuenta años. Dionisio Ruiz Ijalba, empresario dedicado a la extracción de áridos, decidió reconvertir paisajísticamente las viejas canteras en viñedos según se iban agotando las gravas. El resultado son viñas hincadas sobre suelos pobres, reacondicionados con toneladas de roca y de tierra, y que hoy son los cimientos de esta bodega familiar logroñesa: 90 hectáreas, buena parte de ellas en Rioja Media, en el entorno de Logroño, y el resto en Rioja Alta, en San Vicente y Bañares.

Los viñedos de Ijalba están alcanzando ahora su plena madurez, con una edad media de entre 25 y 28 años. La bodega familiar ha destacado por una labor investigadora que la ha llevado a liderar la recuperación de variedades de uva autóctonas perdidas por la erosión genética. Con el joven enólogo Pedro Salguero, Viña Ijalba mantiene después de 25 años un discurso diferenciador basado en el trabajo y la investigación de las castas de uva autóctonas, ajenas a la peligrosa globalización que vive hoy el mundo del vino: “La recuperación de una uva implica un esfuerzo económico importante, ya que pasan entre 10 y 12 años hasta que los vinos se comercializan con regularidad”, explica Salguero.

Viña Ijalba ha sido pionera en la recuperación de la maturana blanca y la maturana tinta, de la turruntés y trabajan también desde el primer momento a la par con un pequeño grupo de bodegas con el emergente tempranillo blanco. Viña Ijalba fue igualmente pionera en los años noventa con el lanzamiento del primer varietal de graciano de Rioja, cuando era poco más o menos una locura elaborar un varietal que no fuera tempranillo, así como en la certificación de sus viñedos y vinos en la agricultura ecológica. Cristina Gutiérrez, tercera generación de la familia, está hoy al frente de la bodega y ha renovado la imagen corporativa de la bodega y reordenado la gama de vinos, con una línea clásica y otra de varietales en botella borgoña: “Fue una decisión difícil porque teníamos una imagen muy particular y unas botellas incluso diferentes, pero, tal y como dice mi abuelo, el que no arriesga no gana y hemos alcanzado una madurez como bodega que debía tener también un nuevo diseño”, explica la bodeguera. Valentía, diferenciación y, sobre todo, un espíritu familiar de generosidad que se transmite de forma natural de generación en generación, hacen de Viña Ijalba una visita ineludible en una bodega situada muy cerca del casco antiguo logroñés.