Bodegas Abeica
“El vino joven, para disfrutar, y el vino viejo, para negociar”. La frase, del abuelo de la actual generación que gestiona Bodegas Abeica, resume perfectamente el pensamiento y la forma de entender una comarca en la que el vino ha formado parte de la vida de numerosas generaciones dedicadas al cultivo de la vid.
Los cuatro hermanos Fernández trabajan en Bodegas Abeica: Pachi y Ricardo, en las múltiples labores del viñedo; Isabel, en la elaboración y la gestión administrativa; y Raúl, en la venta y distribución. Han ‘mamado’ el vino desde niños y han sabido construir una de las grandes referencias del mercado local y del norte de España con su vino ‘Chulato’, un típico y artesanal vino joven de maceración carbónica (elaborado con uva entera). Bodegas Abeica elabora vinos criados (crianza, reserva y gran reserva), con las marcas Longrande y Abeica, aunque desde que redujo su parque de barricas, únicamente cría vinos en las añadas que considera especiales: “Vivimos con el Chulato y ‘viajamos’ con el Longrande -en referencia a la exportación-”, bromea Isabel. Ahora también apuestan por el blanco, Abaris es un vino de viura fermentado en barrica con crianza sobre lías.
Bodegas Abeica creció en los años 90 comprando uvas a proveedores cercanos hasta que en 1997, en contra de las directrices lógicas del mercado, los cuatro hermanos decidieron parar: “Fue el gran punto de inflexión, pero decidimos que no sólo no íbamos a dejar de crecer, sino que íbamos a elaborar sólo con uvas de nuestros viñedos”. “Si hubiéramos dado otro paso adelante –continúa-, hubiéramos perdido el control familiar; hacemos todo, campo y bodega, entre los cuatro, con unas labores más o menos asignadas, pero aquí todo el mundo echa un mano cuando alguien necesita ayuda”, explica Isabel.
La familia de Bodegas Abeica es propietaria de 30 hectáreas de viñedo en Ábalos y cultiva directamente otras seis en San Vicente, propiedad de las familias políticas. Es difícil no encontrar a Isabel en la bodega, que organiza visitas casi a ‘la carta’: “Vemos la bodega, los viñedos, los yacimientos rupestres del entorno… y catamos los vinos, pero eso sí, aquí enseñamos a disfrutarlo no a describirlo con ‘palabras’ rebuscadas e insignificantes”. Rioja, el negocio del vino, se ha ‘comido’ buena parte de La Rioja, de la tradición y la autenticidad familiar en la elaboración del vino, aunque Abeica ni tan siquiera se ha dejado hincar un solo diente.