D Mateos: la viticultura como razón de ser

La bodega de la Aldea conserva viejas garnachas y viejos mazuelos que, junto con una fuerte apuesta por el graciano desde hace dos décadas, dan personalidad a sus vinos

Con una tradición familiar vitícola y en la elaboración que se remonta cientos de años atrás, Bodegas D. Mateos es uno de los últimos redescubrimientos del rioja que ha sabido plasmar en sus vinos el carácter de la comarca de Rioja Baja. Mateo Ruiz, ingeniero agrónomo, está al frente del negocio desde el año 2000: “Hemos pasado por dos fases fundamentales: la primera de conocimiento y segmentación de nuestros propios viñedos, y la segunda, de pruebas y elaboración de nuestros vinos hasta que nos hemos visto seguros para lanzarlos al mercado”, explica el bodeguero.

Bodegas D. Mateos cultiva cien hectáreas de viñedo con Aldeanueva como referencia, aunque Mateo Ruiz ha encontrado en la sierra de Yerga el paisaje que fundamenta sus elaboraciones seleccionadas: “Pese a que hace una o dos décadas lo habitual era arrancar los viejos viñedos de garnachas y mazuelo nosotros decidimos mantenerlos y ahora estamos recogiendo los resultados de aquella apuesta”. D. Mateos fue pionera en los primeros ensayos de riego de España, en técnicas como el aclareo de racimos y otras de reducción de cosecha, y en las selecciones clonales de tempranillo blanco y graciano: “Me gusta el campo, la viña, y nuestros viñedos, en los términos de Alfaro, Aldeanueva y Autol, van desde los 320 metros de altitud hasta los 650, lo que nos permite trabajar con un amplio catálogo de opciones”.

Viejas garnachas y mazuelos que, junto con las plantaciones de graciano por las que apuesta el bodeguero desde hace dos décadas, se combinan en diferentes proporciones en todos los vinos de Bodegas D. Mateos: “El tempranillo también se adapta bien en nuestra zona, pero estas otras uvas, de ciclo más tardío, nos ofrecen un salto diferencial, de calidad y personalidad”. Mateo Ruiz elabora Letargo, un crianza estupendo; una atrevida propuesta de varietales y, sobre todo, una colección de familia, La Mateo, con uno de los mejores tempranillos blancos de Rioja en la actualidad y una garnacha de cepas viejas que no deja indiferente: pura explosión, uno de esos vinos que cuando los bebes dices “hostia”, qué pedazo de garnacha. D Mateos está invirtiendo también en la recuperación de la bodega histórica familiar, más que centenaria y en el propio municipio.