Gerardo Viteri, vinos para conversar

Una visita a Bodegas Gerardo Viteri y, especialmente una conversación con el propio Gerardo o con su mujer, Aurora, le hará entender lo importante que es intentar recuperar la memoria de ‘La Rioja’ auténtica, la de las familias, que el ‘Rioja’ de las grandes empresas se ha ido devorando durante las últimas décadas.

La familia paterna, de Lapuebla de Labarca, y la materna, viticultores de Laserna, de Gerardo Viteri cultivan la vid y elaboran vino desde hace muchas generaciones: “Hacían pellejos y 'pipas' (40 cántaras), que luego vendían en Bilbao”. Fue en el año 2000 cuando el viticultor se lanzó a la construcción de la actual bodega, animado por los buenos años de los precios de la uva de finales de los 90: “Llegó un momento en que invertías o entregabas un dineral a Hacienda, así que...”.

No obstante, , los buenos momentos duraron poco: “En el año 2000 el precio se derrumbó, cuando tenía previsto intentar vender la mitad de producción embotellada y el resto a granel a otras bodegas para ir pagando la inversión”. “Pero nadie quería el vino -continúa-, así que hubo que echar para adelante”. Así lo hizo y en la actualidad, Bodegas Gerardo Viteri, que cultiva 35 hectáreas en Logroño, Lapuebla, Lanciego y Laserna, embotella 250.000 botellas con marca propia: “Vendo bien en los mercados más próximos como Bilbao, Vitoria o Logroño, así que para qué complicarme la vida con la exportación y el papeleo”.

En este sentido, Gerardo Viteri no oculta una sonrisa pícara cuando habla de su próxima jubilación. Su hijo David ya trabaja con el campo y la bodega pero, a punto de cumplir los 67, sabe que, en activo u oficialmente 'pasivo', ahí estará prácticamente todos los días de su vida: “A donde voy a ir si no se hacer otra cosa”. Viterico, para los vinos jóvenes (tinto, clarete y blanco) y Legado de Viteri para el crianza y reserva son sus marcas. Vinos honestos, sin artificios ni pretensiones, y con el tempranillo como protagonista: “Esta zona es ideal para el tempranillo, con suelos de tierras sueltas con caliza que absorben muy bien el agua y nos dan vinos frescos y agradables”. “Yo no entiendo mucho de esos nuevos vinos tan potentes como se hacen ahora; a mí me gustan los que sirven para conversar, para disfrutar con la familia y amigos y de los que se acaba la botella”.