Bodegas y Viñedos Eguíluz, un modelo estrictamente familiar

La orografía, y las peculiaridades de la localidad han posibilitado que quede al margen de las concentraciones parcelarias, por lo que hoy conserva algunos de los mejores tempranillos de Rioja.

En localidades como Ábalos, en el corazón de la Sonsierra, con prácticamente monocultivo de la vid y una tradición milenaria en la elaboración, es difícil encontrar una sola familia que no esté ligada al vino. Hay quince bodegas comerciales para una población de unos 300 habitantes, aunque hay decenas de cuevas, pequeños calados, donde históricamente las familias elaboraban su propio vino de cosechero. La orografía, y las peculiaridades de la localidad -gran parte de cuyas tierras de cultivo eran propiedad hasta los años ochenta del siglo pasado de una familia nobiliaria- han posibilitado que quede al margen de las concentraciones parcelarias, por lo que hoy conserva algunos de los mejores tempranillos de Rioja. La familia Eguíluz cultiva en propiedad doce hectáreas de viñedo en Ábalos y se nutre exclusivamente de proveedores de la Sonsierra, hasta llegar a las 30 hectáreas, principalmente de los municipios de Ábalos, Samaniego y San Vicente de la Sonsierra. Estos viñedos se supervisan personalmente por la bodega para asegurarse la obtención de uvas de excelente calidad.

Bodegas y Viñedos Eguíluz nació como bodega en 1982, aunque la familia hunde sus raíces viticultoras en varias generaciones. Javier, padre, lleva toda su vida trabajando en el campo, primero con dos de sus hermanos con los que construyó la bodega y ahora con su mujer y su hijo, con quienes la gestiona. Un modelo estrictamente familiar: Blanca, la madre, se encarga a tiempo parcial del proceloso ‘papeleo’ y de la gestión administrativa; Javier, padre, del campo; e Israel, hijo, de la labor enológica y también de la venta y distribución de vino: “Acabé ingeniería industrial pero tenía claro que lo que me gustaba era hacer vinos, así que cuando terminé empecé a estudiar enología en horario nocturno y en ello estoy a la par que elaborando los vinos”, explica.

Bodegas y Viñedos Eguíluz elabora artesanalmente, en lagos de hormigón, con un pequeño criadero de barricas para su crianza y su reserva. Es aquí donde la bodega esta realizando un esfuerzo importante, consiguiendo cada día un mayor reconocimiento de estos vinos, aunque, como bien sostiene Israel, “nuestro buque insignia sigue siendo el vino joven, el maceración carbónica”. Este tipo de elaboración, con uva entera, es ancestral en la Sonsierra, y el Eguíluz es un vino muy especial, de corazón de lago, removido y pisado realmente a mano, a pie en este caso, como hace cientos de años: en cada depósito de hormigón se vierten unos 25.000 kilos de uva, que darán lugar a unos 17.000 litros de vino. Israel selecciona exclusivamente para sus botellas el vino corazón o de repiso, unos 8.000 litros de cada lago, descartando el vino lágrima y el vino prensa. El resultado es un vino amable, redondo, cargado de fruta, de graduación contenida y de los que, una vez que abres el corcho, tiende a ‘evaporarse’ rápidamente en la mesa. De hecho, Bodegas y Viñedos Eguíluz elabora cada año unos 300.000 kilos de uva, aunque únicamente selecciona unos 200.000 para embotellar con su marca.