Arizcuren Vinos: personalidad de Yerga

El arquitecto y viticultor reubica los viejos mazuelos y garnachas de Quel en la cúspide de los vinos de Rioja

Javier Arizcuren, arquitecto de profesión y viticultor por devoción hacia el viñedo de su familia, comenzó hace unos años un pequeño proyecto bodeguero personal con el mazuelo y la garnacha como protagonistas. Variedades minoritarias, pero que son las que siempre se cultivaron en este histórico municipio vitícola de Rioja Oriental hasta la explosión del tempranillo y la bajada del cultivo desde la montaña hasta el valle: «Hay gente que me pregunta si fue arriesgado comenzar un proyecto en Rioja con variedades minoritarias, pero yo creo que el riesgo está en lo contrario porque la tempranillo, que es una muy buena variedad, no es identitaria de mi zona; si vas a contar algo al resto del mundo no puede ser ajeno a ti».

Su primer vino, Solo Mazuelo, sorprendió a propios y extraños al aprovechar la personalidad de una uva apenas trabajada en solitario. A continuación, lanzó Arizcuren Solo Garnacha, un homenaje a esta extraordinaria variedad hasta hace bien poco denostada en España. Arizcuren Barranco del Prado es otro varietal, parcelario, de garnacha a casi 800 metros de altitud, al igual que Valdetrillo, 'versiones' de espectaculares viñedos centenarios sobre un mismo terroir, la sierra de Yerga: «Por fin, la garnacha está recibiendo la atención que merece", apunta el viticultor. Su último vino, Monte Gatún (un de los picos referencia de la comarca), conjunta mazuelo, garnacha y tempranillo, que también cultiva Javier, entre 530 y 600 metros de altura: “Mi proyecto es pasado, con esas variedades históricas de Quel, presente, con la hoy mayoritaria tempranillo, y futuro, actualizando esa tradición riojana de mezclar las variedades principales”.

Visitar Arizcuren Vinos es una opción que no se debería dejar pasar. El viticultor está haciendo un concienzudo trabajo de documentación sobre la historia de la viticultura en Quel, en la sierra de Yerga, y sobre las características de los suelos y de los diferentes terruños. Su bodega, en Logroño, es la primera y única urbana en pleno centro de la capital: allí, en una bajera de apenas 130 metros ideada por uno de los mejores arquitectos de la región, elabora, embotella y vende sus vinos: “Hacía 40.000 kilómetros al año, de Logroño a las viñas de Quel, y un día decidimos en la familia que si quería seguir con esto tenía que pensar en elaborar el vino en Logroño. Ahora —continúa— son las uvas las que hacen 55 kilómetros en la vendimia en una furgoneta refrigerada y todo es más sencillo”.