Bodegas Bagordi (Andosilla): entre dos ríos
A las orillas del Ebro y del río Ega, entre San Adrián y Andosilla, dos de los ocho municipios navarros de los Riojas del Reyno, se encuentra bodegas Bagordi. La vid ha sido históricamente cultivo principal del sur de Navarra, especialmente en la ribera del Ebro, hasta el punto de que el Reyno tenía hasta finales del siglo XIX (antes de la filoxera) más hectáreas de cultivo que la entonces provincia de Logroño.
Con un clima mediterráneo/continental, veranos secos y cálidos e inviernos fríos, Bodegas Bagordi ha hecho una fuerte apuesta varietal por la garnacha y el graciano, combinadas con el tempranillo: “El graciano y la garnacha son dos variedades rústicas de ciclo largo, brotan pronto y maduran tarde, que se aclimatan a la perfección en nuestra zona y entran en prácticamente todos nuestros vinos con un porcentaje muy representativo”, explica Luis Manuel Carcar.
La familia Carcar tiene una vinculación histórica con la viticultura en la comarca que documentalmente se remonta a principios del siglo XVIII (catorce generaciones), pero no fue hasta 1996 cuando Luis Manuel y su familia, decidieron levantar la bodega actual de elaboración: “Inicialmente la concebimos para elaborar vinos y venderlos a granel en el mercado interno de Rioja, pero las cosas nunca son tan fáciles como cuando programas un negocio”, recuerda.
Como a muchas familias de viticultores de Rioja que, a finales del siglo pasado decidieron dar el paso de lanzarse a la comercialización, la drástica helada de 1999, que recortó y encareció extraordinariamente la producción de uva, estuvo a punto de llevarse a la familia por delante: “Un gran operador de Rioja nos animó a comprar uvas para llenar la bodega, pero cuando el mercado se hundió al año siguiente nos quedamos con todo el vino apenas en la bodega, que valía nada y un crédito que pagar de 200 millones de las antiguas pesetas”. Fueron los peores momentos de Bodegas Bagordi, que, a base de constancia, esfuerzo y el aval del patrimonio familiar, consiguió salir adelante. No fue el único punto crítico para Bagordi, ya que en el año 2012 la crisis financiera llevó a la desaparición de la Caja de Ahorros de Navarra, la entidad financiera con la que tenía las operaciones crediticias: “Nos costó mucho refinanciar los préstamos, pero afortunadamente desde la UVI ya hemos pasado a planta; este negocio es así: de crisis en crisis vas sobreviviendo”, apunta entre risas el bodeguero.
Bagordi cultiva 45 hectáreas de viñedo en propiedad y otras 20 de proveedores habituales, varios de ellos familiares. Desde el año 2008 únicamente trabaja con la uva de estos viñedos para la elaboración de entre 350.000 y 450.000 botellas: “Nuestro objetivo es embotellar toda nuestra producción y lo haremos en el futuro”. La exportación, y la viticultora ecológica, han sido la apuesta diferencial de Bodegas Bagordi: “Ya teníamos viñedos ecológicos desde 1990, pero hicimos nuestro primer vino acreditado como tal en 1998; hoy vendemos el 80% en el exterior. Comenzar esta andadura ecológica, tampoco fue fácil ya que en los años noventa salieron los primeros vinos autodenominados como “naturales y otros como Biodinámicos”, pero de escasa calidad y cuidados enológicos en bodega. Estos vinos nos hicieron mucho daño a los productores ecológicos certificados, y retrasaron el despegue y posicionamiento de los vinos certificados como ecológicos, sometidos a las normativas Europeas así como a las prácticas enológicas más rigurosas, en la búsqueda del buen vino”.
La bodega, pese a que tiene todo su viñedo como certificado en ecológico, trabaja con dos marcas principales: Usua de Bagordi, vinos acreditados como producción ecológica, y un referente en su sector y Bagordi, para los vinos 'convencionales', y también de corte más clásico y fiel al estilo de Rioja, donde predomina el tempranillo y la barrica, así como las largas crianzas en botella.
“Creo en el cultivo ecológico responsable, en el compromiso medioambiental, pero pongo por delante la enología y la calidad de los vinos a la ecología a la hora de sacar los vinos al mercado”. Las exigencias de la certificación ecológica, no te permiten transitar de una viticultura a otra según la conveniencia del momento, por eso sin dejar de seguir los criterios de cultivo y producción ecológicos, a veces tenemos que sacrificar parte de la producción y derivarla a convencional, si no alcanza los estándares de calidad por nosotros exigidos para los vinos ecológicos.